Hoy no hay lluvia.
Hay lágrimas que dejan cicatrices y otras que las contornean.
Yo creo que las mías son como transeúntes.
Salen de los lechos sin saber qué hacer; se sienten perdidas de tanto.
¿Pero hoy por qué? ¿Otra vez por qué?
Mis lágrimas son muy mías y se escapan sin permiso.
Corren y corren hacia tus labios como aquellas tardes de poesía.
O las noches.
Hoy han querido alcanzarme.
Así está bien; he dejado que sigan.
Sentí que debían avanzar y no caminar hoy por mis rumbos, pues después habría preguntas que no podría responder.
Insistes, y no he dormido.
Te invito a la lluvia y me dices que no habrá en tu pueblo.
Vaya, Fulana de Mileto.
Como Tales.
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