El almendro se ha
mojado en la madrugada, fue precavido al tratar de ocultarse pero no
ha sido suficiente. Se le han mojado las hojas anchas que no han
caducado y se le han caído las drupas que le quedaban. Aún se
pueden ver unos almendrucos regados por la vereda de mi casa.
He coincidido con su
agonía, él mismo se sabe caduco y a nadie le invade. Quizá es por
que no tiene sus hojas lanceoladas o sus pentámeras de color rosado.
Mi almendro que viejo es, lamenta sus allozas caídas que no pudieron
ser salvadas. Todas las noches le hablo de ti, todas las noches salgo
y recargada en el vallado le sonrío. Seguro es mi quinto cigarrillo
del día, siempre esos los dejo por la mitad para que no me sucedan,
como sucede todo conmigo.
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