quiero un cigarro, quiero un cigarro y me estoy volviendo loca por el. Con su finura de caballero blanco, con las franjas que le dan seguridad, con su olor embriagante, con su sed de entregarse. Quiero un cigarro para envolverme en el despavorido algodón fugaz, en la grisácea presencia del viento, ahí en donde se palpa lo que no se ve. La lluvia que se esfuma me dijo he hice como que no escuche, fingí depresión, alimente su ego, su poderío y me estrujó entre sus largas manos, su olor aun me envicia como cada centavo al pordiosero, así en la quietud del tiempo sus cabellos y con solo mirarle un simulacro se establece. No se escriben motivos para mi realidad, solo así como los helechos de mamá, no existen hora ni lugar seguros solo pasa. La habitación se vuelve mas fría y no queda mas nada…
Sólo ríe... no importa que sea alto o bajo, pero ríe.