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Mostrando entradas de agosto, 2017

El jardín de las rocas.

Ya recuerdo la útima vez que te ví. Justo levantaba unas rocas que había colocado perfectamente en cada hueco que ha dejado éste año, las puse ahí porque sé que un hueco destapado es peligroso.    ¿ Por qué hemos desperdiciado personas ?... Amas tanto cada vez... cada vez más, amas tanto. No lo necesario, no lo suficiente. Lo intrépido, lo indebido. Aunque la historia vuelva y las hojas se recalquen tu puedes amar más. Aunque ésta vez el sol se apague y no encuentres luciernagas... aunque la luna deje de alumbrar en el mar... realmente amas más. Con cada texto compartido, y los gestos al despertar. Amas más incluso fuera de la consciencia ahí en el viaje astral, en donde ya te he sentido abrazandome y no te cuesta respirar. Amas más porque has vivido más, amas con todas las ganas y las hojas perdidas. Amas a rabiar porque necesitas sentir que vives y que has aprendido a vibrar. Y entonces tocas de la misma manera, brillas y contagias a tu andar.            

Vida.

Tú, ... tan cargada de ironía que vienes y retumbas haciendo infinitos demente y distraída Tú la vida. La vida que todos llevan ya cargada en el bolsillo que se cuela por los nudillos siempre que se despierta. La gran vida que ni si quiera el sabio puede definirla sabiendola inherente para su andar. Esa vida que se lleva cuadrada y apretujada, ordenada y aburrida, sí! esa la gran vida que nunca pidió ser vivida pero que aprendió a respirar. Y es que aun no te he decidido vida mía aún me faltas por las mañanas y en las penumbras cuando las lunas arden y los soles enfrían me faltas allá en donde nunca he sido en donde todo al tacto te acompaña vida. Tú mi vida que te has empeñado en continuar quien sabría entonces cuando debo parar cuando se para... y cuando se descansa.

Carta para Laura.

       Son muchas ya las tardes que he pasado mirando hacia el ventanal, queda hacia mi izquierda pues había decidido que esa vista era mucho mejor que tenerla hacia mi derecha, había más follage y evitaba perderme en el va y ven de los coches por la avenida. Recuerdo bien que el letrero anaranjado del Home Depot tiene siete franjas blancas y se asoma una esquina del Hotel Posada de Tampico. Más al fondo, como si al horizonte se expresaba una figura en forma de meseta que me hacía imaginar al Cerro bien cerquita, y de pronto los rayos del atarceder y para recordarme como arde ésta ciudad las gotas de vapor en las esquinas de la vista.        Hoy el día está de mirame y lluevo, lloviznas aisladas y el calor que pronto se desprende del pavimento como si agradeciendo por la fresca lluvia, la evapora. Escuché por la mañana que afuera estaba como a 30° C aquí me mantengo a 18° y es que no se puede a menos. Desde hace un tiempo ya que dejé de ver ese paisaje urbano, un día decidí bajar la